jueves, 7 de mayo de 2015

Peret

 
Podría decirse que Pedro Pu Callaf, Peret, es nuestro Johnny Cash.
Nacido en Mataró en 1935, alterna desde muy joven su pasión por la música con la venta ambulante de trapos hasta que llega su consolidación artística en los años 70.
Fue, sino el inventor (eso se lo dejamos al Pescadilla), el rey de la rumba catalana. El gitano Antón o Borriquito fueron algunos de sus bombazos que llegaron a ser número 1 en diversos países extranjeros. 
Harto de fama y pachangueo, deja su faceta artística para dedicarse en cuerpo y alma a su labor como pastor en la iglesia evangélica adoptando el nombre de Padre Pedro. Después de darle hasta la última peseta a Dios y perder el útimo pelo, decide abandonar la labor evangélica y vuelve a los escenarios, aunque no tarda mucho en enfermar. 
A Peret siempre lo acompañaba a las palmas El Tío Toni, también conocido como “El palmero de las gafas”, y son famosas sus declaraciones diciendo que le debía todo a las palmas, que sin ellas no habría rumba. Pues si el Tío Toni moría a principios de agosto de 2014, Peret lo haría tan solo un par de semanas después.

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