Ian Kevin Curtis fue el cantante de Joy Division y por eso es muerto favorito. Nació en Manchester en los años cincuenta, paraíso de la clase obrera. Era un chico poco aplicado en los estudios pero con gran capacidad para la poesía y muy aficionado a la música de Bowie e Iggi Pop. Negruras apurado y perfecto, con interés por lo nazi y lo literario, no tardó en formar un grupo con unos señores que se encontró en un concierto de los Sex Pistols. Así nacieron Joy Division, grupo mítico del post punk británico. Su forma de bailar en el escenario, como si tuviese hormigas en el sobaco, y una manera de cantar a lo Barry White deprimido lo dotaron de una personalidad inimitable. Débil de mente, epiléptico, divorciado y adicto a la farmacia, decidió colgarse de la lámpara de la cocina con tan solo 23 años después de ver una peli de Herzog y escuchar a Iggy Pop; ¿casualidad? no lo creo.
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